martes, 13 de enero de 2009

IMAGINARIO DE VOCES

IMAGINARIO DE VOCES
Por Maricela Guerrero

Libro de factura excelsa, escrito sin temor a equivocarse; este es un libro que apela a la perfección, a la pureza y la armonía: parte de un canon apolíneo clásico, que en muy pocas ocasiones ha tensado el arco de la experiencia poética lo suficiente, en ese sentido es que la apuesta del libro es alta y riesgosa; riesgo y apuesta por un tema y abordaje que en pocas ocasiones ha logrado transmitir un acontecer lírico profundo. Digamos que en su perfección, la búsqueda de perfección y belleza deja fuera la rebaba, lo impuro, la lagaña y todo aquello que ensucia al poema; y con eso se va una buena parte de la experiencia poética. Bien vale la pena considerar que en los últimos tiempos la narrativa no ha cesado de recolectar para su molino todas esas excrecencias, por así decirlo, y en prosa se han hecho grandes hallazgos líricos. En ese sentido la táctica de este imaginario ha sido podar de todo ello al texto, texto limpio, pero no desnudo ni huérfano. Viste las ropas de la imagen y el símbolo y desciende de lo clásico. Proviene de Bonifaz Nuño y Manuel José Othón autores que a su vez han hecho su propia revisión grecolatina y la temática del paisaje, insumos a los que Julio César Félix no traiciona ni en fondo ni en forma por decirlo decimonónicamente.
Lo clásico más clásico, tiene en el símbolo y la imagen sus principales estrategias así en Imaginario de voces: los transeúntes, el río seco, la luna y la soledad, pierden su especificidad para trasegarse en imágenes, en fotografías de la ausencia, en instantáneas de la mirada del poeta que intenta reproducir lo visto: simulacros de una experiencia del vacío:
Imaginar voces es un riesgo, una operación riesgosa al cuadrado: la voz, la palabra ya de suyo es abstracción: la pura imaginación pura ha sido el anhelo de una buena parte de las inquisiciones poéticas y como toda inquisición generó su propia cacería de brujas y sus propios temores: el poema prosaico, el objetivismo, lo antibarroco, infinidad: cada mañana descarrila un tren y un poema se transforma en un dechado de imágenes de la infinitud. Una constelación imaginaria de voces imaginarias es el non plus ultra del artificio, y es en ese sitio en que el personaje lírico de este poema intenta recuperar una imagen del poeta como observador como medium entre el mundo y lo trascendente
Con la contemplación, con la mera expresión de la experiencia el poeta no parece conversar ni compartir esos hallazgos, sólo nombrarlos en un acto de soledad extrema. Por decirlo en términos bajtinianos es un texto monológico, un texto que se ajusta a formas decimonónicas de la tradición poética, en las que el poeta es un ser que nombra. El poeta observador, flanuer, el transeúnte que mira e intenta expresar aquello que ha percibido a través de su intelecto y sus sentidos:

La apuesta por la línea clara, por el verso limpio es una partida con el tiempo y con lector con esa transmisión a través del símbolo; en ese sentido los poemas del libro son en sí mismos experiencia de segunda mano: imagen de la imagen, y ¿qué es el arte clásico sino el intento de mímesis de la realidad? Apuesta alta y riesgosa por un arte clásico en peligro de extinción dentro de una sociedad que sobreabunda en hiperrealidad y paisajes artificiales y en la que la experiencia poética se ha vuelto escurridiza y dispersa.

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