miércoles, 4 de marzo de 2009

*DE LA DESESPERACIÓN A LA VOZ DEL SILENCIO:

Entrevista con Carmen Boullosa


















La escritora mexicana recién galardonada el pasado 18 de septiembre en la península Ibérica con el Premio de Novela Café Gijón 2008, por su novela El complot de los románticos me ha concedido amablemente una conversación para el disfrute y recepción de su pensamiento. La autora de novelas como Mejor desaparece, La milagrosa, La otra mano de Lepanto, El violín y la virgen, entre muchas obras de teatro y libros de poesía, nos platica cómo llegó a hacerse escritora, sobre su concepción de la poesía, de la postura de los escritores en cuanto a géneros sexuales y literarios y, sus autores de cabecera. Desde Nueva York las palabras transcritas de la también Premio Nacional Xavier Villaurrutia Carmen Boullosa en respuesta a mis preguntas.

JCF: Cómo llegaste a la escritura y a la lectura o debo decir, primero a la lectura y después a la escritura. Cómo fue, qué o quién te influyó para entrar en el mundo de las letras.

CB: Entré por el camino de la desesperación. Se había muerto mi mamá, mi familia se había desintegrado, no entendía nada de la vida, no había lugar para mí. La ciudad había cambiado radicalmente, fui niña de Uruchurtu, el Regente que la contuvo como metida en un corsé, no parecía tener el número de habitantes que la poblaban, fingía ser aún ciudad y no ya macrópolis. Como desde que era niña había libros en casa, mi papá era un lector voraz, aunque desordenado, y me encantaba leer, siempre le pedía más libros creyendo que no tenía que leer (en parte tenía razón, desde el principio teníamos gustos muy diferentes), además llevaba diario desde muy pequeña. Porque todo era hostil, áspero, incomprensible, me volví escritora. Ahora no le veo la lógica, pero entonces fue la única salida. Sentí como una conversión religiosa, como una iluminación, como un rayo que me hubiera marcado: yo era escritora. Todavía no era escritora sin pura voluntad y deseo de serlo, pero ya creía serlo. Fue un último recurso de sobrevivencia (o el único que había a la mano), me imaginé que yo era escritora, y eso me dio piel, escudo y columna vertebral para sobrevivir, y más que esto, para vivir y hacerme a mí misma. Así, sintiendo que ya era, entré a la Ibero. Huberto Batis hablaba de escritores de carne y hueso, no figuras de nacimiento, fue mi entrada al mundo literario, publicó mi primer poema en la revista que él editaba en la Ibero. Gonzalo Celorio hablaba de la literatura también con enorme pasión. Me mudé a la UNAM, donde tampoco duré gran cosa –fui una estudiante desastrosa-, y poco después publiqué mis primeros poemas. Huberto Batis sacó la primera reseña literaria de mi vida, de “El hilo olvida”. Me regaló confianza en mí. Le vivo agradecida.

JCF: Eres una escritora versátil. En qué genero(s) te sientes más cómoda, más familiarizada. Por qué.

CB: Si estoy escribiendo novela, en novela. Si teatro, en teatro. Depende en qué esté. No escribo donde me sienta “incómoda” pero tampoco “cómoda”. Para ser más honesta, no pienso en términos de “comodidad”, sino de reto y necesidad, de lo que es imperioso, obligado, necesario. Hay siempre un diálogo muy desnudo con lo que se está escribiendo. En ése, lo que está por ser escrito da órdenes. Yo obedezco. Si me pide novela, voy a la novela. Si poema, poema. Si teatro, teatro. A veces tarde en darme cuenta, hago varias versiones hasta dar con el tono, el timbre, la forma, el cuerpo. Y entonces escribo. El texto parece siempre preescrito, luchando por cobrar la forma que merece y demanda. El escritor es de alguna manera el picapedrero o artesano capaz de hacerle cuerpo visible, sonoro, legible, vivible.


JCF: Cómo crees que se ha desarrollado la literatura escrita por mujeres o cuál es tu punto de vista sobre las mujeres escritoras en México. Cuales son las diferencias (si las hay) ante la producción literaria hecha por el sexo opuesto.


CB: De Sor Juana hasta nuestros días, siempre ha habido escritoras mexicanas de primera línea. Si es que la literatura se desarrolla (y no es en sí un proceso de corrupción), la escrita por las mujeres no corre en su propio carril, separada de la elaborada por seres de otros géneros (porque creo que hay más que dos). Si hoy hay quien lamenta que un número importante de mujeres escritoras respondan con su escritura a los prejuicios misóginos del mercado, lo mismo pueden decir de los varones que quieren antes que ninguna otra cosa hacer algo comercial. No tengo nada en contra de la literatura que se venda, todo lo contrario. Pero, cambiando de género artístico, una cosa es ser Bob Dylan y otra muy diferente un producto para satisfacer con imposturas un gusto, algo fraguado a lo parchischischis.
No creo que haya mayor diferencia entre hombres y mujeres escritores que la que uno o una se autoimponga. Lo que sí es que el lector, y la lectora, tienen otras espectativas de una mujer escritora. Le pide más cuentas. Tres escaños más para ganarse un mínimo respeto. No sé por qué, hoy hemos pasado de moda, y la verdad es que mi impresión es que siendo mujer es más difícil ganar lectores exigentes.


JCF: Qué es la poesía para ti y por qué crees importante leer poesía en estos tiempos.

CB: Es la voz del silencio. Las palabras que emite el silencio. La formulación de lo que no cabe en el orden verbal, lo que escapa a la gramática. Por esto es importante. También, por lo mismo, escapa a la presión del tiempo. Me llama la atención que el espacio virtual (o la red, la web) sea un vehículo tan amigo de transmitir poemas. Creo que la poesía ha ganado lectores con la red, como si el libro no fuera su vehículo ideal. Otro tipo de lectores, eso sí. Más “inocentes” en muchos sentidos, más en búsqueda de poemas que de autores. Pero esto me gusta. Regresamos al tiempo en que la poesía era de todos, andaba en la calle, pasaba de boca en boca. Ahora pasa de pantalla en pantalla, como en tiempos previos a la imprenta. Y eso está bien.


JCF: El escritor también es lo que lee –pregunta obligada- cuáles son tus autores de cabecera (naradores, poetas, dramaturgos y/o ensayistas)
CB: De cabecera: Lope de Vega. Quevedo. Hay muchos a los que vuelvo, ahora a la St. Vincent, le he encontrado la gracia. Las mil y una noches. Cervantes. Shakespeare. A Paz, Cuesta, Gorostiza, López Velarde y poetas nuestros latinoamericanos, regreso siempre, más ahora que vivo en el exterior, necesito leerlos.

JCF: Qué les dirías a los jóvenes escritores de la actualidad.

CB: Que lean. No se escribe para ponerse un micrófono, no es como tener un celular o una cuenta de imeil. En este sentido, escribir va a contrapelo con la pulsión exhibicionista de nuestro tiempo. Pero me da la impresión de que a menudo se confunden desnudarse y escribir. Pasa que un joven aspirante a escritor cree que este oficio lo que le va a dar es celebridad, fama, un micrófono perpetuo. No se trata de eso. Es un error. La decisión de ser escritor es para tener un acceso a la intimidad, propia y ajena, y para tocar el alma colectiva. Para ver, si se me permite la figura, y no para ponerse un micrófono. Y para ver no hay mejor entrenamiento que leer. Escribir es, por otra parte, un oficio, que se aprende irremediablemente leyendo, y escribiendo también.

JCF: Por último, el también poeta y novelista Daniel Sada ha declarado en diversas ocasiones que los narradores mexicanos tienen oído de picapedreros. No es tu caso, pues como poeta siento que tienes afinado el oído y lo desarrollas leyendo poesía y lo reflejas también en tu narrativa. Qué piensas al respecto.

CB: No me atrevo a respaldar la afirmación de Daniel Sada, para empezar por él: me encanta su oído. Me gusta el de Fabio Morábito, el de Antonio del Toro, el de David Huerta, el de Elsa Cross. Me gusta el de Juan Villoro, el de Jorge Volpi, el de Fabricio Mejía. Puedo seguir pero me gana el tiempo.



*Entrevista publicada en la revista Acequias 46 (invierno, 2008)

1 comentario:

sobrelatina115 dijo...

J.C. continuamos sobrelatina...
Un abrazo OmiBell